El cuarto, el renunciante (uno que ha renunciado al mundo), que se estableció en Brahma, alcanza la inmortalidad (emancipación). Los miembros de todas las etapas, pero en especial los de la cuarta (Sanyasa) el deseo de conocer a Dios, el Señor de todas las criaturas, por medio del estudio, es decir, la enseñanza de y la escucha de los Vedas y de medios de actuar de acuerdo a sus enseñanzas. Un hombre se convierte en un muni por conocer a Dios por medio de la observación de Brahmacharya, haciendo austeridades, la realización de Dharma, la fe, el amor intenso, el yajña, el conocimiento imperecedero y el rendimiento de las acciones virtuosas.
El Sanyasis renunciar al mundo a causa de su deseo de ver (darse cuenta) Dios – la más bella (lit. digno de ser visto). La excelente Brahmanas, que conocen a Dios, están libres de todas las dudas, poseedor de la sabiduría perfecta, dispellers de las dudas de los otros, y ha aprendido y el deseo de conocer a Dios, pero, no tienen ningún deseo de vida y los hijos de un cabeza de familia.
Con rostros radiantes, dicen, “¿Qué debemos hacer con los niños (es decir, no tenemos nada que ver con ellos, el objeto de nuestro deseo es ésta, la más hermosa de Dios.)” Y renunciando así el deseo de engendrar hijos, el deseo y los esfuerzos para obtener riqueza material, el deseo de fama, la fama y el honor y la aversión de notoriedad en el mundo, ellos [viven de la limosna es decir entrar en la etapa de la renuncia.] Para un hombre que posee
el deseo de engendrar hijos, tiene un deseo de riqueza, y el que tiene el deseo de fama mundana y el honor tiene los otros dos deseos también a saber., las de tener hijos y adquirir riqueza. Pero el que tiene el deseo de alcanzar la emancipación y Dios está libre de estos tres deseos.
No hay riquezas del mundo pueden igualar las riquezas de la dicha de alcanzar a Dios. Uno, que está establecido en Dios, no más deseos de los otros honores del mundo. Él es compasivo a todos los hombres y hace que todos los hombres felices por su verdadera predicación. El único objeto, pone su corazón en, es la benevolencia universal y la propagación de la verdad.
Chhandogya II. 23.2: Shat. XIV. 7. 2.
El renunciante, habiendo plenamente comprobado todo esto y realizó el yajna Prajapatya en honor de Dios, quema su cordón sagrado y el mechón de pelo, y con la mente acostumbrada a una profunda reflexión y la meditación entra en la etapa de la renuncia. Pero sólo las personas tienen derecho a ser Sanyasis que son hombres de conocimiento y aprendizaje profundo y perfecto, que son libres de apego y aversión, y cuyos pensamientos están siempre orientado hacia el bien de la humanidad y no al los que son hombres de aprendizaje superficial y conocimiento.
El Agnihotra de la sanyasis es la quema (es decir, el control) de sus en-respiraciones y fuera de respiraciones, el desvío de los sentidos y la mente de los pecados y el rendimiento del verdadero Dharma. El agnihotra del sanyasis no es que el rendimiento de las cuales se ordena a los miembros de los otros threeashramas, ni es desprovista de toda la actividad.
La verdadera predicación es el Brahmayajna de los Sanyasis, la adoración a Dios su Devayajna, el homenaje de los sabios de su Pitriyajna, el don del conocimiento a los ignorantes, la compasión y la no-violencia a todos los seres, su Bhutayajna;
vagando con el propósito de hacer el bien a toda la humanidad, libre de orgullo, en honor a todos los hombres por la predicación de la verdad para ellos, su Atithiyajna. Así, los cinco grandes deberes de los Sanyasis consisten en verdadero conocimiento y desempeño de Dharma. Pero el culto supremo Brahma, que es aquel que no tiene, y poseedor de atributos tales como la omnipotencia, etc. y el seguimiento del verdadero Dharma son comunes a todos los ashrams.
Desde que el hombre obtiene esos deseos y los lugares que él desea con una mente pura (el sentido interno), uno deseoso de gloria siempre debe respetar y honrar la sanyasis que conocen a Dios. Por su compañía y el trato social con ellos y haciendo honor a ellos solo el hombre puede obtener los mundos llenos de felicidad y los objetos de su deseo.
Nadie debe mostrar respeto a los predicadores de la mentira, los que se dedican a su propio interés (el egoísmo) y él hipócritas, porque, como muestra de respeto a ellos ins inútil y su fruto es la miseria y el sufrimiento. Mundak, III, 1,10.